Al día siguiente conocimos la realidad de Lima. Fuimos a la zona vieja, y al salir de la ruta más turística, que es bastante segura y limpia, la cosa cambia. Calles sucias, pobreza, y más de una persona avisandonos de que salieramos de allí si no queriamos salir desnudos. Aceptamos el consejo. Pero esta no era la zona pobre. Al salir en bus de la ciudad se me cayó el alma a los pies. Lima es la segunda ciudad más grande del mundo ubicada en un desierto. Y la gran mayoría de los más de ocho millones de habitantes sobreviven en kilométricas barriadas de las afueras, la mayoría sin electricidad ni luz, y con la tierra como única acera. La verdad es que me impactó. Sobre todo después de haber visitado los sitios típicos y los barrios altos, donde disfrutan de las comodidades y misma forma de vida que en cualquier urbe europea. La ciudad es como un ejemplo a escala reducida de la injusticia que hay en el mundo. Pero bueno yo no soy quien para quejarme...
Dejando atrás Lima nos dirigimos en bus a Tarma, "la perla de los andes". 6 horas de bus para recorrer unos 300 km y ascender desde el nivel del mar a más de 3.000 metros. Al subir escaleras mis podridos pulmones notan la falta de oxígeno. y aún no encontré hojas de coca!! llegamos de noche, y como habíamos dormido en el bus, nos fuimos a jugar al billar (que mas bien parecia un minigolf con los desniveles que tenía el tapete) y a la única discoteca de la ciudad. Tarma tiene 50.000 habs., y la diferencia es abismal con Lima. Aquí son casi todos campesinos indígenas. Así que imaginaros el panorama en la disco. Fran que le quita dos cabezas al más alto, y yo que todo el mundo me habla de primeras en inglés porque creen que soy gringo. Llamamos la atención. Algunos nos invitaron a cervezas, otros nos preguntaban de donde eramos, otros balbuceaban algo raro (la borrachera no les permitía más), y luego llegó la señora trolete. Un especímen de un metro y noventa kilos, que me enganchó y me empezó a zarandear en lo que creo era algún tipo de baile de cortejo. Me entró más miedo que en la peor calle de Lima. Y Fran descojonándose. Preferí escabullirme antes de que me aplastara o viniera su marido con una escopeta a por mi por ligarme a su mujer.
Y hoy nos pegamos una buena kilometrada hasta unas cataratas en la selva (bajamos otra vez a 600 metros de altura) en las que nos pegamos un bañazo increíble, y también fuímos a una comunidad indígena que nos vistió con sus trajes típicos que, por cierto, nos quedaban muy bien...
Y a seguir rodando!!! mañana, a adentrarse (más) en los Andes.
Fran y Sion, el surcoreano cantarín, en los acantilados de Miraflores, Lima |
Fran con el traje típico de una tribu de los Andes... (hohoho) |
Tanto tiempo juntos no puede ser bueno... en el parque de los enamorados, Lima |
ai! pero que ben que o pasa o neno!
ResponderEliminarson fan do teu blog (a primeira, polo que vexo)
segue disfrutando e contándonos cousas!
un bico enorme, enorme e espero ansiosa a túa volta pra crear a nosa tele pirataaaaaaaaa...
mil bicazos, aventureiro!
e coidado coa femias peruanas e os seus maridos!!!
jajajaja...
pura vida!
ainhoa