"The litle walk of a dog"

Viajar no es escapar, es acercarse. Y los viajes no son los lugares que visitas; son lo que somos. Al viajar, te conoces.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Km. 7200 Ché Boludo, que linda la Argentina!

Hace tiempo que no escribo. Pero cuando los astros se confabulan para no dejarte utilizar un ordenador en mínimas condiciones de uso, no hay nada que hacer. Son así los astros. Así que me toca hacer mucha memoria (ya me duele la cabeza) y escribir un mega-post que resuma todo el recorrido por Argentina y principios de Brasil. bufff...
Empezó fuerte la segunda parte del viaje. Costó dejar Chile, pero el recibimiento en Argentina fue espectacular. El asado al que nos invitó el italiano confirmó el mito: la carne argentina es la mejor. Unido a un par de garrafas de vino, que no estaba al nivel de la carne pero se bebía, fernet y la buena companhía, nos quedamos platicando allí hasta... no se. Al día siguiente uno de los trabajadores del hostel que conocimos esa noche, y que tenía el día libre, nos invitó a un día de turismo alternativo. Nos apinhamos los 12 en su camioneta, y pista. La primera parada era en un canal de agua que viene de un gran embalse y que abastece a la ciudad, y donde probamos el "canaling". Consiste básicamente en echarse al agua y dejarse llevar por la corriente por un tramo de 3 kilometros en el que el canal se hace subterráneo, pasando por debajo de una base militar. 5 minutos en los que no ves nada y sólo puedes dejarte llevar, intentando no chocar con las paredes y no tragar demasiada agua en las zonas de rápidos; como un aquapark agreste-alternativo. Por momentos me daba la sensación de estar muerto, porque sólo oía gritos lejanos y me dejaba llevar hacia una luz al final del túnel que se iba haciendo grande...


Poco antes de saltar al canal. Nerviosismo en el ambiente, sobre todo el que no sabía nadar...

La segunda parada fue en una central hidroeléctrica. Justo despues del embalse hay unas compuertas que sueltan agua con mucha fuerza, y la idea era tirarse allí, no ahogarse y dejarse llevar unos cientos de metros más abajo, pasando por el medio de un zoo donde hay leones, monos y otros bichos para entretenerse por el camino. Sonaba tan divertido o más que lo anterior, así que saltamos la verja y allí estabamos dispuestos a remojarnos otra vez cuando una amable policía nos invitó a irnos a nuestra puta casa.Vaya...


El amable policía nos invitó a irnos


Tercera parada en el embalse. Unas cervezas en el bar y andar un par de kilometros por un paraje de acantilados de arcilla y roca bastante bonito. Por tramos había que hacer escalada, momento perfecto para poner en práctica las lecciones de nuestro profesor particular de montanhismo y líder de los Escaladores Nivel Bajo S19T, Jan Holec. Lo bueno es que si caias, acababas en el agua. Lo malo, que llevaba la cámara de vídeo. Nos quedamos en un sitio majo, con buena gente, cerveza fría, calor, un embalse para chapotear y muchos sitios desde donde saltar para adrenalizarse. El chico del hostel, como buen local, nos iba complicando los saltos. El último sólo lo hicimos él, un sueco al que le encanta darse planchazos y yo, que la verdad me cagué un poco, ya que si resbalabas al saltar o no lo hacías con la suficiente fuerza, seguramente te llevarías un feo recuerdo del lugar. Hora de irse, pero no sin antes intentar de nuevo saltar al principio del canal del embalse. Ibamos directos, pero el policía seguía pululando por allí y nos miró con cara de: "Ché, como saltés os recago a palos, pelotudos!"; Indirecta cogida. De vuelta al hostel, recaliento un plato de pasta sobrante, me pongo a comer, y al encender la tele por primera vez en mucho tiempo, el pitido inicial del Barça Villareal en directo, con comentarios de don Mario Kempes. Me encanta que los planes salgan bien, sobre todo cuando no haces planes.
Nos tuvimos que ir de San Juan esa misma noche por un error de principiantes, ya que habíamos comprado el billete al llegar. Nos hubieramos quedado más tiempo, pero no nos cambiaron la fecha los muy pelotudos. Llegamos a Córdoba a las 7 de la manhana, y después de andar una hora enmochilados y somnolientos en el odioso trámite de buscar una cama donde dejarse caer, encontramos un hostel barato. Justo salía un bus para ir a ver la casa del Ché y un pueblecillo de las afueras. Vamos!


Con el traje con el que el Ché luchó en Cuba
El Ché decía que no tenía casa ni patria. El único lugar que reconoció fue una casa en el Valle de Alta Gracia, donde sus adinerados padres se mudaron cuando era chico para intentar mitigar el fuerte asma de Ernestito, ya que el lugar es muy recomendado para enfermos pulmonares. La casa es un recorrido por la vida del Che, con fotos y objetos suyos. Incluso Fidel y Chávez estuvieron juntos aquí hace unos anhos. Me gustó especuialmente poder ver "La Poderosa", la moto con la que comenzó su viaje más importante por sudamérica junto a Alberto Granados, y que lo convirtió en "El Che". Me fijé bien en el recorrido que hizo, y una gran parte coincide con el nuestro. A parte de la figura mediática en que se ha convertido, y que haría que se removiera en su tumba si levantara la cabeza, el Che es la persona más increíble de la que yo he tenido conocimiento, y creo que debería ser onligatorio que los ninhos estudiaran en la escuela su vida y los valores que defendió hasta la muerte. Ya me estoy poniendo tontorrón...


"La Poderosa" me dejó esa cara de flipper

Seguimos hasta La Cumbrecita, un pueblo alpino entre bosques y ríos preciosos que se ha convertido en meca turística, y parece todo un decorado. Hace poco me enteré que es un pueblo en el que se escondieron los putos nazis después de la II Guerra, y donde vivieron felices y comieron perdices hasta morir. Si lo supiera hubiera dejado un buen cagao en medio de la calle como senhal de respeto. Volvimos a Cordoba y vimos la ciudad un poco. Nada interesante por mucho que nos la recomendaran. Creo que me estoy haciendo un poco exquisito a la hora de conocer sitios...
Otra noche en el bus, camino de las cataratas de Iguazú. Amanecimos en Resistencia, capital de las esculturas. Hay más de 700 por la calle y tal... no soy muy escultórico yo, así que nos fuimos pronto de allí. Antes vimos el museo de la memoria, donde se cuenta las bromas que le gastaba un tal Videla a la gente de por aquí. En todos lados hay hijos de puta que se dedican a enriquecer a unos pocos y hundir al resto del país: Franco, Mussolini, Aznar, Hitler, Fraga, los Papas, Bush, Pinochet y una larga lista de capullos. En Argentina les tocó Videla, que además de hundir económicamente al país con privatizaciones y huevadas que aún arrastran hoy, también se dedicó a reprimir y hacer desaparecer cualquier oposición, como buen dictador que era.
Esa misma tarde agarramos otro bus hasta un pequenho pueblo llamado Ituziangó. Esto ya era otra cosa, un pueblecillo típico, a la orilla del río Paraná, rodeado de selva, con calor húmedo y  muchos mosquitos, que debían echarme de menos, porque me dejaron los pies llenos de besos. No fue el único bicho que me picó al llegar. En la playa nos cruzamos con un perro hijodeputin. Me miró. Le miré. Y en cuanto pasó a mi lado, se giró y decidió tatuarme el gemelo.
Conocimos a un lugarenho muy majo, Gringo, que nos dejó sin dudarlo un segundo su canoa para explorar el río Paraná. Aunque más que un río, parece un mar. Remamos por la costa, viendo playas desiertas preciosas, y luego decidimos cruzar a una isla que hay en el medio. Nos aconsejaron no hacerlo, por las corrientes y tal, pero nos vimos fuertes, y al final no tuvo complicación ninguna. Después de explorar un poco la isla a lo Bear Grills, encontramos la única casa de la isla. Allí vivía tranquilamente Don Luis y su familia, totalmente apartados de cualquier signo de civilización. Me puse a hablar con él, y acabó dejándonos su caballo para dar una vuelta por la isla. Colorado es el Ferrari de los caballos. Sólo monté un par de veces, y siempre caballos acostumbrados a jinetes inexpertos, por lo que hacen un poco lo que quieren. Colorado no. A él solo lo monta Luis, y al más mínimo toque de brida va hacia donde quieres como un tiro. Por un momento me creí Bertín Osborne, y se me ocurrió darle un toque en la barriga para galopar....YYYIIIIIIIHHHHAAAAAAA!!!! Fran también se creció, y en un sprint el caballo pisó una mierda gigante, resbaló y se fueron los dos al suelo. Tuvo suerte y no le pasó nada. A Fran tampoco :)


Las hijas de Luis ensenhandome su lorito
Al día siguiente, mejor no haberse levantado. Igual que hay veces en que todo sale bien, otras sale mal. Los buses son carísimos en Argentina, sobre todo comparado con Perú y Bolivia, así que decidimos ahorrar un poco y hacer dedo. Después de 5 horazas al sol, desistimos. Acabé odiando y maldiciendo a los argentinos, y nos fuimos a la estación de bus antes de acabar apedreando un coche. El bus de la tarde era caro, así que compramos el de las 4 de la manhana. Pasamos la tarde en la playa, donde vi uno de los atardeceres más espectaculares del universo, compramos fernet, y nos fuimos a la plaza del pueblo a esperar. Conocimos a un simpático ituzianguenho, que después de invitarnos a hígado que le dieron de sobras en un restaurante, decidió llevarnos a "un buen garito". Allá nos fuimos, pero resulta que era un puti en toda regla. Juagamos un billar con las alegres senhoritas, y nos fuimos antes de que pensaran lo que no era. Vuelta a la estación y nueva putada. El bus pasó por delante nuestra sin darnos cuenta, no se si por el fernet o que, pero tuvimos que esperar hasta las 9.... ARGH! Era mejor quedarse en cama todo el día.
Finalmente llegamos a Iguazú echos asco. Descansamos un poco y salimos de fiesta con 2 de los del hostel, así que al día siguiente sólo nos dio para ver un poco el pueblo y descansar. El domingo madrugamos, y directos al "mayor espectáculo de sudamérica". Pensé que era una exageración, pero no. Tengo visto varios saltos de agua ya, pero esto es otra cosa, un espectáculo immmm-presionante. Hay que verlo, impone ver como semejante cantiad de agua fluye tranquilamente, y de repente, 70 metros de caída libre a lo largo de todo el ancho del río, que son varios cientos de metros. Había mucha gente, pero esta vez me dio un poco igual. Además hay muchos senderos y miradores: desde debajo, de lado, desde arriba... como diría Pablo Neruda, "un precioso sitio para hacer un asado".



A mi plim

En serio, hay que verlo

Y nada, esa misma noche a busear otra vez. Creo que ya soy inmune, llevamos mes y medio haciendo tramos de unas 12 horas cada dos-tres días. Es una locura, pero es la única forma de conocer lo máximo posible. Espero poder hacer más adelante otro viaje por sudamérica, pero con mucha más calma. Por ejemplo, llegamos a la isla de Santa Catarina, cerca de Florianápolis, y sólo llevamos dos días. Tendríamos que irnos ya, pero me niego. Sol, playas increíbles, tranquilidad y fiesta, gente tranquila y amable, surf y buceo todo el día, caipirinha de noche... buffff me quedaría aquí a vivir. Perooo, ahora hay que seguir. De momento, nos quda un día más de paraíso, y después, camino a Uruguay. Tiene el listón muuuuuuy alto.

sábado, 13 de noviembre de 2010

km 5700 Viva Chile mierda!!

Otra vez en marcha. La parada técnica en Santiago se prolongó un poco más de lo que pensabamos, y la disfruté mucho más de lo previsto. En pleno ecuador del viaje (que no es lo mismo que en el viaje a Ecuador) teníamos preparadas un serie de gratas sorpresas. Llegamos a la capital de Chile muy cansados, hambrientos y malolientes, después de un viaje de un mes tan duro físicamente como bonito y enriquecedor interiormente. En Santiago nos esperaba la tía Inés, que sólo es tía de Fran, pero a mi me trató como si fuera de la familia (si algún día lees esto, gracias!). Nos dió de comer, un techo, una ducha y hasta nos lavó la ropa. Todo ello nos hacía falta.
Las ciudades grandes no me atraen mucho (excepto Barcelona, claro). Todas se parecen, no tienen personalidad y la gente vive más perdida de lo normal, corriendo todo el día sin saber hacia dónde ni porqué. Por esto, el turismo no fue la actividad principal. Los días que pasamos en Santiago los dedicamos a descansar, recuperar y conocer la verdadera personalidad de los chilenos, o al menos acercarnos. Chile es como una salchicha en un plato de fideos. Me explico: es un país muy estrecho, pero que cubre en latitud gran parte de sudamérica. Comienza al Norte, en el desierto más árido del mundo, Atacama, y termina al Sur casi en la Antártida. Por el camino, todo tipo de climas, paisajes, gentes y recursos que lo convierten en una nación rica en muchos sentidos. Sin embargo, no tiene buenas relaciones con ninguno de los países de los que le rodea. Con Perú y Bolivia están en contínuos conflictos territoriales y culturales que implican aspectos tan complejos que haría falta un blog en exclusiva para analizarlos. El resultado es que al cruzar la frontera, después de arduos registros aduaneros, da la sensación de entrar en otro planeta. De repente las carreteras están asfaltadas, a los vehículos no les faltan piezas, las casas no son de adobe y la gente es más blanca. Con Argentina la relación es, en teoría, mejor, ya que su situación económica y social es más "avanzada". Pero en el fondo, y como los propios chilenos reconocen, no los soportan. Todo esto hace que Chile parezca más una isla que parte del continente, y también conforma parte de la personalidad profunda de su gente. Hay dos frases típicas que me impactaron. La primera es como el grito de guerra de fervor nacionalista (que es muy grande aquí, hay banderas a patadas): "Viva Chile, mierda!!".Y la segunda, la que menos me gusta, y que es el eslogan oficial del país, que incluso sale en las monedas y en muchos lados: "Por la razón o por la fuerza". Están locos estos chilenos.
Otra cosa que me llamó la atención de los chilenos es el pánico que tienen a los terremotos. Están en una zona de alto riesgo, y tras el último de este año, que fue muuuuuuy gordo, es un monotema, siempre sale a conversación, de un modo u otro. Recuerdo que mientras comíamos en casa de la tía Inés, su hija estaba contando una historia y de repente se quedó blanca. Pensé que se había atragantado con una aceituna, pero no. Era Fran, que estaba cortando la carne con su habitual ímpetu e hizo temblar la mesa, por lo que ya pensó que había un terremoto...

Algunos restos del último terremoto
Y aparte de recuperar y psicoanalizar a los chilenos, la estancia en Santiago sirvió para reencontrarnos con un gran amigo, Sebas, con el que convivimos Fran y yo (aparte de otros locos) en el inolvidable piso de Santutxu, en Bilbao. Juntarnos me sirvió para recordar  muchas anécdotas que ya empezaban a entrar en el baúl de los recuerdos, y me dió ánimos para salir de fiesta. Siempre viene bien una excusa. El primer día fuimos con dos primas de Fran a una fonda, un local de fiesta típico con música en directo. Al principio no motivaba, demasiada gente. Pero de repente aparecieron tres factores clave que convirtieron la noche en inolvidable: el terremoto, una exquisita bebida a base de vino blanco, helado de piña y un extraño licor local (fernet creo recordar); la música, Banda Conmoción y Juana Fe, sin duda el descubrimiento musical del año para mi, pura cumbia-ská para darlo todo y más en la pista. Y tercero, una princesa mapuche que hizo cambiar mi percepción de muchas cosas.

pololeando

carreteando y hueveando con Seb
Después de otra noche en la que acabamos, no se muy bien como, en un cutre-after que me recordó a los mejores de BCN, un diluvio inesperado que cortó la luz por unas horas y una reponedora comida familiar en casa de tía Inés, pusimos rumbo a Viña del Mar, ciudad natal del vasco-chilenito Seb, que nos mostró lo más selecto del lugar. Me sorprendió gratamente. No estaba lleno de indígemas en taparrabos como esperaba :) sino que es una bonita ciudad que sabe conservar sus orígenes sin renunciar al progreso y con un toque bohemio muy atractivo. Muy bien Seb!
Comiendo la mejor churrillana DDel mundo!

En serio, no somos gays...
Nos íbamos a quedar unos días en Viña, pero muy a mi pesar, yo decidí viajar al norte, a una ciudad llamada La Serena, donde me prometieron islas paradisíacas con pinüínos, leones marinos, delfines y un precioso valle para recorrer a caballo. Casualmente vivía allí la princesa mapuche, que hizo de guía del lugar. No visité la famosa isla, pero me quedo con un recuerdo increíbel. Y después de un par de días, a encontrarme con Fran ya en Argentina, en la ciudad de San Juan, desde donde escribo estas líneas lo más rápido que puedo, ya que en la azotea del hostel están preparando un asado típico argentino por el cumpleaños de un italiano que nos invitó muy amablemente, y huele harto rico.
A partir de aquí, cambio de planes radical de último momento, para variar. Me cuesta mucho alejarme de Chile, pero ya estabamos empezando a acomodarnos y eso es peligroso, así que a rodar de nuevo con las pilas cargadas. La nueva ruta incluye visitar la ciudad de nacimiento del Che; las cataratas de Iguazú, a las que llaman el "mayor espectáculo de sudamérica"; Sao Paulo, para visitar a los fumetis que conocimos en Uyuni y que nos hagan de guía en la famosa noche paulista con caipirinhas en la playa; una playa hippie en Montevideo, Uruguay, y acabar viendo un partido de Boca en la Bombonera, en Buenos Aires. Dios, Alá o Supermán, si estais ahí, por favor que nos dé tiempo a todo!!

lunes, 1 de noviembre de 2010

km 3.500 El mejor viaje DDDel Mundo!!

Precisamente a esto me refería cuando decía que crear demasiadas expectativas acerca de algo no es bueno. Quizá suene triste, pero creo que a veces dejarse ir sin más hace que cuando te encuentras algo bueno de verdad, así de sorpresa, te impacta más. Y si no es tan bueno, pues lo dejas pasar sin pena ni gloria. Para el primer ejemplo, sin duda estos últimos días. No tenía ni idea de lo que era el salar de Uyuni, ni lo que había en esta zona de Bolivia, ni siquiera como íbamos a llegar. Al final resultó ser una de las mejores partes del viaje.

En La Paz, la ciudad más alta DDDel mundo!

Salimos de La Paz a las 7 de la tarde, para llegar al pequeño pueblo desértico de Uyuni a las 7 de la mañana.  Doce horas en las que pensaba dormir a gusto. Pero mi compañera de pasillo no me lo puso fácil. Una rubenesca señora Aymara, las míticas con faldas de volantes, sombreo de copa estilo la naranja mecánica y un bolsón enorme en el que cabían más cosas que en el de Mary Poppins, y con el que se esforzó en robarme el poco espacio vital que tenía en el bus. Cuando por fin me acomodaba como podía, la señora contraatacaba y se echaba un pedo recién importado desde el inframundo al por mayor.Uffff...
Llegamos a Uyuni, sin saber muy bien qué hacer y yo todavía mareado por los efluvios anales de la señora.Indagando un poco descubrimos que no se puede visitar el salar por tu cuenta. No hay transporte público y desde Choquequirao se me quitaron las ganas de andar a lo loco. La única forma es contratar un tour por uno o tres días en un jeep a través de una agencia. Como ya somos unos auténticos maestros del regateo, conseguimos el de 3 días, con comida, transporte, alojamiento transfer a Chile y guía por unos 20 euros diarios. Una ganga. 



Salar de Uyuni, un sitio para visitar.

Nuestro conductor-guía-cocinero era un tipo campechano, como el rey, pero con una gorra del Che y más experiencia en el desierto. De compañeros de ruta, una pareja de franceses que por fin nos enseñó a pronunciar "Peugeot" y dos brasileiros que aprovechaban cada parada para usar su recién adquirida cachimba. Unos fumetis muy simpáticos. 
La primera parada fue en el lago de sal más grande DDDel MMUndo!!Neil Armstrong lo vio desde el espacio y se preguntó qué podía ser. Cuando volvió de su paseo lunar, lo primero que hizo fue visitarlo. Normal. Es algo realmente acojonante. 14.000 km cuadrados de pura sal. La vista es subrrealista. Me daba la impresión todo el rato de que me había quedado dormido y estaba soñando. Sin duda el sitio más increíble en el que estuve nunca. Eso sí, las gafas de sol son imprescindibles. Menos mal que poco antes de salir me dió por comprar unas "Okley" por unos 2 euros. Y aún no se me fundió la retina!
Dormimos en el mismo desierto, en una casa de sal. Suelo de sal, paredes de sal, cama de sal y mesas de sal. Curioso. Antes de dormir, partida de poker con los brasileiros (apostando sal, claro), botella de ron y ver el cielo más lleno de estrellas del mundo mundial.

La portada de mi próximo disco

Nos levantamos para ver amanecer. Tan bonito como frío. Salimos del salar y entramos en el desierto, a 4.000 metros  de altura entre volcanes, lagunas de todos los colores (dependiendo del compuesto químico predominante), montañas con formas raras, cerros y formaciones de todas las formas y colores. Los geólogos y amantes de la naturaleza en general deben correrse del gusto aquí. Yo casi lo hago.
Atravesar el desierto te hace darte cuenta de lo insignificane que eres; en el espacio, ya que las distancias son enormes y vacías; y en el tiempo, ya que esta remota zona se mantiene igual desde que el hombre es animal, y tu paso por allí no es más que un suspiro en su existencia.
Antartida?? no, salar de Uyuni
Segunda noche en un galpón en el desierto, ya a 5.000 metros de altura. En cuanto se fue el sol, un maremoto de frío lo cubrió todo y nos impidió proseguir nuestra partida de poker, ya que no teníamos la suficiente movilidad en las manos. A las 8 en cama, como las gallinas. Y a las 4 en pie, como los ñordos. Nos fuímos a  ver amanecer a unos geiser volcánicos más arriba todavía. El paisaje era realmente espectacular. Pero el frío me impidió disfrutarlo. Intenté sacar alguna foto, pero las manos me dolían demasiado. No sé a cuantos grados estaríamos, pero unos cuantos menos de cero seguro. Menos mal que la siguiente parada era en una laguna termal a 30 grados. Me quité la ropa como pude y me tiré de cabeza. De repente empecé a notar mis terminaciones nerviosas de nuevo, y una convulsión de placer me recorrió de arriba a abajo. Qué bien se está cuando se está bien.
El mejor grupo de guiris que pasaron por la zona
Salió el sol, desayunamos toritas, y a seguir hacia el desierto de Dalí. Como su propio nombre indica (wiiii) es un desierto surrealista, con piedras de formas muy curiosas. Lo malo es que no nos quedaba mucho tiempo. A las 10:30 teníamos que estar en la frontera con Chile. Última parada y despedida del grupo a los pies del volcán Copiapó. El bus nos estaba esperando, y aun teníamos que sellar el pasaporte. El bus nos dejó en San Pedro de Atacama, un pequeño pueblo en medio del desierto más árido del mundo (hay muchos "del mundo" por aquí...). A pesar de las restricciones, me pegué una ducha de media hora (lo siento Pachamama) para intentar quitarme el polvo y la roña acumulada estos tres días. Como era sábado, compramos una botella de Pisco (licor típico de aquí) con la intención de salir a darlo todo. Pero mi cuerpo se negó rotundamente y me obligó a acostarme temprano. Qué cabrón.
Auto-stop desértico

Al día siguiente...descanso? Casi. Alqulamos unas bicis y nos fuímos pedaleando por el desierto hasta el Vale de la Luna. Nos calcamos más de 40 kilómetros mientras Lorenzo nos abofeteaba con furia, pero nos ahorramos una buena pasta en el tour que hacía el mismo recorrido, y lo disfrutamos más, ya que en el tour te dan 10 minutos en cada sitio y a correr como borregos a hacer fotos como japos. El paisaje era precioso, aunque creo que ya me estoy repitiendo en este post... :)
No me caí, cogía aire en el valle de la Tranquilidad (la que hay que tener para cruzarlo)

A la vuelta, y con la roña en el cuerpo, autobúa hacia Calama, la capital minera de Chile. Queríamos visitar la mina a cielo abierto más grande del mundo (como no), pero esta vez la suerte no estuvo de nuetro lado. 1 de octubre, festivo, y las agencias que tramitan el perniso para entrar, cerradas. La expectativa de esperar un par de días en un pueblo semifantasma no nos atraía, así que seguimos rodando hasta Antofagasta, desde donde escribo estas líneas a la espera del siguiente bus a... vaya no me acuerdo. Esta ciudad me recuerda a Vigo, si le quitas el Castro, Samil, Castrelos, el servicio de recogida de basuras, y en general cualquier cosa que pueda hacer bonita una ciudad. Quizá solo se parezca en que es una ciudad portuaria. Lo dicho, no diga feo, diga Antofagasta. Y nada, me voy sin reflexión final porque Fran me espera a la puerta del ciber cual perro callejero (que aquí hay muchos). Un saludo!