"The litle walk of a dog"

Viajar no es escapar, es acercarse. Y los viajes no son los lugares que visitas; son lo que somos. Al viajar, te conoces.

sábado, 13 de noviembre de 2010

km 5700 Viva Chile mierda!!

Otra vez en marcha. La parada técnica en Santiago se prolongó un poco más de lo que pensabamos, y la disfruté mucho más de lo previsto. En pleno ecuador del viaje (que no es lo mismo que en el viaje a Ecuador) teníamos preparadas un serie de gratas sorpresas. Llegamos a la capital de Chile muy cansados, hambrientos y malolientes, después de un viaje de un mes tan duro físicamente como bonito y enriquecedor interiormente. En Santiago nos esperaba la tía Inés, que sólo es tía de Fran, pero a mi me trató como si fuera de la familia (si algún día lees esto, gracias!). Nos dió de comer, un techo, una ducha y hasta nos lavó la ropa. Todo ello nos hacía falta.
Las ciudades grandes no me atraen mucho (excepto Barcelona, claro). Todas se parecen, no tienen personalidad y la gente vive más perdida de lo normal, corriendo todo el día sin saber hacia dónde ni porqué. Por esto, el turismo no fue la actividad principal. Los días que pasamos en Santiago los dedicamos a descansar, recuperar y conocer la verdadera personalidad de los chilenos, o al menos acercarnos. Chile es como una salchicha en un plato de fideos. Me explico: es un país muy estrecho, pero que cubre en latitud gran parte de sudamérica. Comienza al Norte, en el desierto más árido del mundo, Atacama, y termina al Sur casi en la Antártida. Por el camino, todo tipo de climas, paisajes, gentes y recursos que lo convierten en una nación rica en muchos sentidos. Sin embargo, no tiene buenas relaciones con ninguno de los países de los que le rodea. Con Perú y Bolivia están en contínuos conflictos territoriales y culturales que implican aspectos tan complejos que haría falta un blog en exclusiva para analizarlos. El resultado es que al cruzar la frontera, después de arduos registros aduaneros, da la sensación de entrar en otro planeta. De repente las carreteras están asfaltadas, a los vehículos no les faltan piezas, las casas no son de adobe y la gente es más blanca. Con Argentina la relación es, en teoría, mejor, ya que su situación económica y social es más "avanzada". Pero en el fondo, y como los propios chilenos reconocen, no los soportan. Todo esto hace que Chile parezca más una isla que parte del continente, y también conforma parte de la personalidad profunda de su gente. Hay dos frases típicas que me impactaron. La primera es como el grito de guerra de fervor nacionalista (que es muy grande aquí, hay banderas a patadas): "Viva Chile, mierda!!".Y la segunda, la que menos me gusta, y que es el eslogan oficial del país, que incluso sale en las monedas y en muchos lados: "Por la razón o por la fuerza". Están locos estos chilenos.
Otra cosa que me llamó la atención de los chilenos es el pánico que tienen a los terremotos. Están en una zona de alto riesgo, y tras el último de este año, que fue muuuuuuy gordo, es un monotema, siempre sale a conversación, de un modo u otro. Recuerdo que mientras comíamos en casa de la tía Inés, su hija estaba contando una historia y de repente se quedó blanca. Pensé que se había atragantado con una aceituna, pero no. Era Fran, que estaba cortando la carne con su habitual ímpetu e hizo temblar la mesa, por lo que ya pensó que había un terremoto...

Algunos restos del último terremoto
Y aparte de recuperar y psicoanalizar a los chilenos, la estancia en Santiago sirvió para reencontrarnos con un gran amigo, Sebas, con el que convivimos Fran y yo (aparte de otros locos) en el inolvidable piso de Santutxu, en Bilbao. Juntarnos me sirvió para recordar  muchas anécdotas que ya empezaban a entrar en el baúl de los recuerdos, y me dió ánimos para salir de fiesta. Siempre viene bien una excusa. El primer día fuimos con dos primas de Fran a una fonda, un local de fiesta típico con música en directo. Al principio no motivaba, demasiada gente. Pero de repente aparecieron tres factores clave que convirtieron la noche en inolvidable: el terremoto, una exquisita bebida a base de vino blanco, helado de piña y un extraño licor local (fernet creo recordar); la música, Banda Conmoción y Juana Fe, sin duda el descubrimiento musical del año para mi, pura cumbia-ská para darlo todo y más en la pista. Y tercero, una princesa mapuche que hizo cambiar mi percepción de muchas cosas.

pololeando

carreteando y hueveando con Seb
Después de otra noche en la que acabamos, no se muy bien como, en un cutre-after que me recordó a los mejores de BCN, un diluvio inesperado que cortó la luz por unas horas y una reponedora comida familiar en casa de tía Inés, pusimos rumbo a Viña del Mar, ciudad natal del vasco-chilenito Seb, que nos mostró lo más selecto del lugar. Me sorprendió gratamente. No estaba lleno de indígemas en taparrabos como esperaba :) sino que es una bonita ciudad que sabe conservar sus orígenes sin renunciar al progreso y con un toque bohemio muy atractivo. Muy bien Seb!
Comiendo la mejor churrillana DDel mundo!

En serio, no somos gays...
Nos íbamos a quedar unos días en Viña, pero muy a mi pesar, yo decidí viajar al norte, a una ciudad llamada La Serena, donde me prometieron islas paradisíacas con pinüínos, leones marinos, delfines y un precioso valle para recorrer a caballo. Casualmente vivía allí la princesa mapuche, que hizo de guía del lugar. No visité la famosa isla, pero me quedo con un recuerdo increíbel. Y después de un par de días, a encontrarme con Fran ya en Argentina, en la ciudad de San Juan, desde donde escribo estas líneas lo más rápido que puedo, ya que en la azotea del hostel están preparando un asado típico argentino por el cumpleaños de un italiano que nos invitó muy amablemente, y huele harto rico.
A partir de aquí, cambio de planes radical de último momento, para variar. Me cuesta mucho alejarme de Chile, pero ya estabamos empezando a acomodarnos y eso es peligroso, así que a rodar de nuevo con las pilas cargadas. La nueva ruta incluye visitar la ciudad de nacimiento del Che; las cataratas de Iguazú, a las que llaman el "mayor espectáculo de sudamérica"; Sao Paulo, para visitar a los fumetis que conocimos en Uyuni y que nos hagan de guía en la famosa noche paulista con caipirinhas en la playa; una playa hippie en Montevideo, Uruguay, y acabar viendo un partido de Boca en la Bombonera, en Buenos Aires. Dios, Alá o Supermán, si estais ahí, por favor que nos dé tiempo a todo!!

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